sábado, 30 de noviembre de 2013

Crónica del fin del mundo: cine colombiano en la justa medida

En agosto pasado, la opera prima de Mauricio Cuervo, Crónica del fin del mundo, inauguró el Festival de Cine Colombiano de Medellín. En ese momento, el director del Festival,Víctor Gaviria, hizo un generoso elogio de esta película, sobre todo porque en ella se concretaba, según el director de Rodrigo D., el impulso de hacer un cine barato, de pocos actores y locaciones, y con mínimos elementos narrativos.

Víctor Hugo Morant, en Crónica del fin del mundo
En vez de blindarse en su prestigio y hacer un gesto de defensa instintiva del territorio perdido, como hacen tantos otros directores de la "vieja escuela", Gaviria se abría a los pequeños milagros que esta nueva generación ha hecho posible. Realizar películas de una justa medida, que hablan de lo que se quiere hablar, con sinceridad y sin grandes énfasis, en un tono reposado más cercano a lo que uno supone que es la vejez. Y también fracasar en la taquilla, pero hacerlo con altura y dignidad, con el convencimiento de que más allá del histérico mercado de novedades y el impaciente conteo de espectadores del primer weekend, hay un público para estas películas, unos espectadores que tarde o temprano se darán por enterados

Ah, pero hablaba de la vejez. Pues ese es precisamente el tema principal de Crónica del fin del mundo. Pablo, es un viejo encerrado en su apartamento, prisionero de su miedo y su desencanto. El personaje, interpretado convincentemente por Víctor Hugo Morant, viejo actor de la televisión, perdió a su mujer en una explosión, hace 20 años, los mismos que ha pasado sin salir a la calle, asistido en cada necesidad por su hijo Felipe (Jimmy Vásquez), uno de esos profesionales precarios a los que, en palabras de su padre, "les han robado el futuro".

También componen este círculo Claudia, la esposa de Felipe, el pequeño hijo de ambos y un amigo algo atolondrado, con el que Felipe toma cerveza e imagina planes. El contexto que agrupa a este reducido grupo es la profecía maya del fin del mundo, y la manera como cada personaje se comporta frente a esta incierta expectativa. Pero ¿quiénes son los viejos? ¿Cuántos de estos personajes carecen, de hecho, de futuro? ¿Cuál es el mundo que se ha acabado ya? ¿Qué vendrá? Son grandes preguntas, pero la película ofrece frente a todas ellas respuestas muy parcas, casi siempre a través de diálogos inteligentes que dejan en claro la madurez de los realizadores, la claridad con que enfrentaron este proyecto y su radicalidad para llevarlo a buen término.

Crónica del fin del mundo destila pesimismo y desencanto, pero no en el tono pueril de films como Apatía. Una película de carretera, y otros títulos colombianos sobre el país enfermo y en bancarrota. Aquí no se trata ni siquiera de un alegato en contra de Colombia -aunque las marcas del país y en concreto de la ciudad de Bogotá nunca se disimulan-, sino de una desolación existencial que apenas tiene en el cine colombiano lejanos antecedentes como Pasado el meridiano de José María Arzuaga o Pisingaña de Leopoldo Pinzón.

La opera prima de Cuervo tiene problemas técnicos y narrativos como un sonido plano o la inconsistencia de ciertas acciones de los personajes, que atentan, por momentos, contra la verosimilitud de lo que se está contando. Y quizá un contexto social trabajado con apresuramiento. Pero estas deficiencias se pasan fácilmente por alto ante la capacidad de la película para crear unos personajes con conflictos en los que cualquier espectador se puede reconocer. Crónica del fin del mundo ofrece la posibilidad de que, contrario a una tradición muy extendida en el cine colombiano, nos sintamos solidarios con estos personajes, los acompañemos en su deriva. Si eso no es de algún modo pensar en el público, entonces no entiendo el papel del público en esa aventura común a todos de crear un cine nacional del que no sintamos vergüenza.

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jueves, 7 de noviembre de 2013

El día del cine en pequeños formatos, ahora en Bogotá

El Día del Cine en Formatos Pequeños es una celebración del cine hecho en formatos menores que se lleva a cabo en varios lugares del mundo. Y este sábado 9 de noviembre también se realizará en Bogotá.


El evento empezó en 2002, a cargo de un grupo de archivistas voluntarios preocupados por el futuro de las películas que se filman en casa. Varios países hispanoparlantes lo han adaptado como Día del Cine Casero o Día del Cine Doméstico.                                                    
El próximo sábado en Bogotá, entre 11:00 y 4:00 de la tarde, un grupo de archivistas expertos revisará las películas, sin costo alguno. La invitación está extendida a quienes tengan películas en formato 8mm, Super 8 mm ó 16 mm. Esta jornada permitirá inspeccionar, limpiar, reparar y proteger los materiales. 

La iniciativa reacciona ante la evidencia de que la mayoría de las personas no cuentan con el equipo apropiado para cuidar y proyectar estos materiales, y dada la fragilidad de los mismos. Desde sus inicios hace más de una década, la jornada se ha extendido a más de dos docenas de lugares en países como Estados Unidos, México, Canadá, Argentina, España y Japón. 84 eventos y 25 nuevos lugares se han sumado para la decimosegunda versión en este 2013. 

El evento, que se celebra por primera vez en Bogotá, tendrá como sede a Plataforma: Calle 10 No 4-28. El evento es con entrada libre.

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Más información en: 
bogota8y16@gmail.com  y (320) 331 61 24